Análisis de Skully - PS4

Está más que claro que uno de los géneros más recurridos por los estudios independientes para dar vida a su primer proyecto, suele ser el de acción y plataformas en 2D. Si, lo sé, la aventura que nos toca ver hoy no es bidimensional, y justamente por eso quise hacer esta presentación. Mientras hubo lanzamientos en 2D que ofrecieron un buen gameplay pero no lograron destacar, el problema de muchos intentos tridimensionales fue que no alcanzaron un buen rendimiento técnico, haciendo que una propuesta que parecía interesante, fuera injugable. Los ejemplos se los puedo contar en una nota aparte. Ahora bien, Finish Line Games se la jugó a todo o nada con Skully... y el resultado fue bastante bueno.

Todo comienza en una misteriosa isla, en la que Skully es invocado por un barbudo individuo. Sin tiempo para preguntarse donde está el resto de su cuerpo, la calavera escucha atentamente a Terry, quien le cuenta que las cosas no están bien en el lugar, ya que los cuatro poderosos hermanos que lo habitan (incluyéndose a él), se encuentran distanciados desde hace ya mucho tiempo. Terry quiere recuperar la paz y lograr que todo vuelva a ser como antes, y le pide ayuda a la simpática calavera para ir a visitar a Wanda, Brent y Fiona. Esta introducción me dio una extraña primera impresión, y no precisamente por el argumento en sí. Las escenas están realizadas con imágenes ilustrativas, que a veces tienen un ritmo demasiado pausado; honestamente no entendía si el juego se me estaba tildando o era realmente así. Luego de un rato me di cuenta de que la segunda opción era correcta.

Retomando la historia, estamos ante un caso en el que ésta aporta al juego el toque justo para engancharnos hasta el final, sin ser sobresaliente ni presentar giros inesperados. Igual, tengo mis dudas sobre cómo Terry pensaba que una calavera muda podía unir a sus hermanos; al fin y al cabo siempre tiene que haber una excusa para lanzarse al viaje. Hay pocos personajes, pero son bastante carismáticos, y vamos a conocerlos mejor a través de diálogos que ocurren mientras jugamos.

Me pasó algo gracioso cuando finalmente tuve el control de Skully. No había captado de antemano que sólo íbamos a ser una calavera; antes de jugarlo me lo imaginé todo tierno con su pequeño cuerpo esquelético. Y de pronto empieza el juego y vas rodando como una pelota por el primer escenario a una velocidad endemoniada. Y no lo puedo negar, me enamoró. Así es, la mayor parte del recorrido por esta gran isla la vamos a pasar rodando de un lado al otro, pudiendo dar grandes saltos o incluso trepar por enredaderas. Y durante las aproximadamente 6 horas de juego, esta mecánica no aburre, tratando además de complicar siempre las cosas con caminos más estrechos o saltos más peligrosos. Para los fanáticos del frenetismo, ir a toda velocidad por los niveles no tiene precio. Algo que se valora mucho es que la física del juego funciona de maravilla; no me quiero imaginar la pesadilla que hubieran sido varias secciones si esto no colaborase.

Pero Skully tiene más de un as bajo la... ¿calavera? Al poco tiempo de juego, vamos a descubrir la primera de varias transformaciones que podremos realizar, contando cada una con habilidades especiales. Desde un fortachón de piedra, hasta un diminuto pero veloz personaje, los niveles comienzan a presentar algunos desafíos para pensar, donde es necesario mezclar todas las habilidades, pero teniendo en cuenta que podemos invocar a un máximo de tres figuras. Al principio todo es relativamente sencillo, pero en las últimas fases se pueden destacar varios puzles, incluso uno que todavía no se si pasé de suerte o era así (una vez tenemos todas las habilidades, hay situaciones que bien pueden resolverse de varias maneras). Está bien, la jugabilidad tiene algunos límites, y no hay un gran número de mejoras; reitero que estamos ante una aventura más humilde pero que sabe aprovechar muy bien lo que tiene. Resulta relajante y satisfactorio, en especial si venís jugando títulos muy complicados.

Los niveles son más que nada plataformeros, con algunos momentos de puzles, y los infaltables coleccionables dispersos por todos lados para juntar; afortunadamente algunos mapas se abren bastante y dan espacio a la exploración. Nos vamos a topar con algunos enemigos, aunque no hay un sistema de combate, ni tampoco demasiados diseños de éstos adversarios... de hecho hay dos. Claramente Skully no fue pensado como un beat 'em up ni nada parecido. Así y todo, vamos a tener algunos enfrentamientos con bosses que, como imaginarán, se deben derrotar con un poco de ingenio, aunque tampoco tanto. También hay algunas secuencias en las que debemos escapar antes de que la pantalla nos trague, algo muy clásico de otras sagas como Crash Bandicoot. Si bien algunas están un poco rotas, se valora esa actitud del equipo de no conformarse y buscar algo más que ofrecer.

Skully es una linda aventura de plataformas y puzles en 3D, y una gran apuesta del estudio por un género que puede dejar en gran evidencia los errores cuando las cosas no se hacen bien. Afortunadamente, resulta ser un juego satisfactorio, entretenido y hasta relajante, que acepta sus límites y usa muy bien sus herramientas. Cuenta con una trama interesante, personajes divertidos, buen trabajo de físicas y algunos puzles ingeniosos. No es perfecto ni revolucionario, pero disfruté muchísimo rodar por los escenarios, entre otras situaciones.

· Trama lo suficientemente buena para engancharnos hasta el final; buenos personajes.

· Rodar por los niveles es muy divertido y las físicas funcionan bien.

· Dentro de su humildad, es un juego relajante y satisfactorio.

· Algunas escenas.

· Por momentos salen a relucir sus limitaciones.

· Muy poca bola al combate, hay sólo dos diseños de enemigos.

· En algunas partes tratan de traer variedad, y pueden no ser de lo mejor; igual se valora esta búsqueda de ofrecer otra mecánica.